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Mi regalo de noche buena

Frederich Bergés
Frederich E. Bergés

Cuando era muchacho hace ya demasiado tiempo, en mi casa nos acostumbraban en las navidades escribirle una carta al niño Jesús en la cual expresábamos nuestros deseos y aprovechamos para escribir ahí lo que queríamos recibir de regalo navideño.

Ha pasado ya mucho tiempo, pero sigue siendo válido el que expresemos nuestros deseos y hagamos una petición de que quisiéramos de regalo en esta esta navidades.

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En primer lugar, mi deseos son dos muy sencillos, pero consciente de que podrían ser muy difíciles de complacer. Ellos son que los conflictos armados en Haití, Ucrania, Palestina y otras partes del mundo encuentren un final permanente y sin mayores rencores ni rencillas.

El segundo es que nuestros gobernantes encuentren la fuerza y voluntad para abandonar estos esquemas políticos populistas deficitarios y que pueden enrumbar la nación por un camino de mayor prosperidad colectiva sin la acumulación de tanta deuda.

En cuanto a mis regalos, aquí la petición se hace más compleja. La primera y de alguna manera vinculada a mi segundo deseo es que el hoyo negro de la distribución eléctrica en el país encuentre un liderazgo capaz de poner el sistema en cintura.

Es imposible que el país siga con la cultura colectiva del robo que representan más de 800,000 usuarios del sistema sin facturar y menos aún, cobrar.

No puede subsistir una nación donde el fraude sea tan permisivo y con la vista gorda del propio estado que se ve obligado a transferir supermillonarios montos de recursos para subsidiar este desfalco tan descarado.

El segundo regalo tiene que ver con la eliminación del desorden que representa salir a la calle y evitar ser estropeado por un motorista desaprensivo o un carro circulando por las aceras.

El irrespeto a las señales de tránsito, semáforos e indicaciones en las vías públicas hace que cada salida sea una aventura en sobrevivir sin perder el raciocinio.

Como ven, en estas navidades tengo dos deseos y quisiera dos regalos. No pierdo al fe de que, si no los recibo en estas festividades de fin de año, tal vez los reyes magos se animen y me complazcan con uno de los deseos o uno de los regalos.

 

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